Slow food o el retorno al placer de comer despacio.
¿Qué es el slow food? Así, traducido, sería “comer despacio”. Pero esta corriente originada en Bra (Piamonte – Italia) en los años 80, es mucho más que eso.
Ante el despropósito procedente principalmente de EEUU que promueve un estilo de vida rápido y a prisas, para todo menos para la práctica de ejercicio físico, en los países de cultura mediterránea habituados a comer tranquilos y disfrutando de las bondades de la dieta mediterránea, un grupo de personas decidió hacer frente a esta imposición que pretende y en parte ha conseguido, imponer un ritmo de vida del todo insano eliminando de paso, miles de años de cultura gastronómica mediterránea.
Una organización presente en 150 países unidos por el placer de la buena comida, el compromiso con su comunidad y el medio ambiente.
Así, frente al “fast food” surgió el movimiento “slow food” cuyas propuestas son:
- El retorno al placer de disfrutar cocinando platos y recetas tradicionales a partir de los frutos que nos da la tierra.
- El respeto por la sostenibilidad de los métodos de producción y la armonía con la naturaleza.
- Volver a disfrutar de las comidas en buena compañía alrededor de una mesa, con tiempo para la sobremesa y con tiempo para saber qué estamos comiendo, disfrutando de su sabor, textura y el resto de propiedades organolépticas que nos aporta la comida, más allá del aporte nutricional (que es importantísimo pero no es lo único importante).
- Eliminar la “vida rápida” o fast life de nuestras vidas comenzando con el cambio desde la propia mesa.
En esta sociedad en la que cada vez se destina menos tiempo a los valores realmente importantes, para poder sacar más tiempo para estar en el trabajo (no confundir frenesí con eficiencia en el trabajo), el movimiento “slow food” supone un momento de aire fresco con el que disfrutar nuevamente del placer de la comida.
Y cuando uno prepara su propia comida, y se toma un tiempo (15 minutos bastan) alejados del trabajo, la tecnología y centrándose en lo que está comiendo, su sabor, el origen de las materias primas con los que está elaborado y los nutrientes que nos pueda estar aportando, sin duda, retorna a un estilo de vida en la que el centro está en uno mismo y en las cosas realmente importantes de la vida: nuestro entorno, los frutos que nos proporciona, la familia o la gente con la que queremos compartirlo y las tradiciones culinarias que cada uno ha ido adquiriendo de su familia y/o sociedad a través de los años.
» Cuando uno prepara su propia comida centrándose en lo que come retorna a un estilo de vida más sostenible y saludable»
Nutrición Donostia
El resto es secundario, aunque parece que lo hayamos olvidado. Por eso ahora, en periodo vacacional, es cuando muchos pacientes retornan a ese estilo de vida que intento hacerles ver que pueden mantener durante todo el año.
Hemos perdido la esencia de la comida, asfixiada como está la sociedad por la comida preparada y rápida. Tanto es así, que mucha gente ya no sabe cocinar.
No quiero que se confundan mis palabras con la importancia de la tecnología de los alimentos. Yo misma, como tecnóloga alimentaria, reconozco la importancia y el gran avance que ha supuesto el desarrollo de la industria alimentaria y su aporte a la sociedad. Sin embargo, como ocurre en otras ocasiones, una parte de la sociedad se ha pasado de un extremo a otro. Y es que nos encanta saltar de un lado a otro, sin atender al gran abanico de posibilidades que nos ofrece el “término medio”.
- Niños que no tienen capacidad de apreciar el sabor de la comida “natural” por el uso continuado de potenciadores del sabor y aromatizantes que sus padres les aportan con alimentos excesivamente industrializados.
- Adultos que se han dejado enganchar por la facilidad de la comida rápida y fácil de preparar sin darse cuenta de que es más sencillo y rápido preparar una ensalada que unas patatas fritas.
- Personas que comen pegadas a un ordenador mientras trabajan o que han olvidado lo que es mantener una conversación con otro ser humano mientras comen, porque están pendientes de las redes sociales.
Desde estas líneas quisiera concienciar a todas las personas que están leyendo este post y que se identifiquen con alguna de las afirmaciones anteriores, a que prueben en estas vacaciones a prepararse su propia comida saludable y a que la compartan con amigos y familia mientras mantienen una relajada conversación. Probemos a “desengancharnos” durante un momento de la tecnología… ¡para ver qué pasa!
Igualmente, a quienes sois padres o tenéis niños pequeños en la familia, os animo a fomentar la alimentación sostenible y a enseñar a nuestros pequeños la importancia de la preparación de los alimentos. Es un buen ejercicio educativo que está demostrado, ayuda a los más pequeños de la casa a probar nuevos alimentos y reduce el rechazo a diversas frutas y verduras.
En Nutrición Donostia te enseñamos a alimentarte de forma consciente, adquiriendo nuevos hábitos que te reportarán beneficios a nivel emocional y sanitario y que podrás mantener a lo largo del tiempo.
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